1. Introducción.
El dolor de espalda y las alteraciones de la columna, conocidas técnicamente como patologías mecánicas del raquis, se definen como molestias en la zona vertebral o paravertebral. Estas dolencias son influenciadas por posturas, movimientos y esfuerzos, y a menudo se acompañan de dolor referido o irradiado hacia el brazo o la pierna. Generalmente, estas condiciones también reducen la movilidad de la columna vertebral.
El dolor local se localiza en una zona específica de la región en cuestión y es el tipo de dolor más común. Generalmente, está asociado a lesiones musculares. Este dolor puede presentarse de manera constante y con baja intensidad y, en ocasiones, ser intermitente y agudo.
Por otro lado, el dolor irradiado se manifiesta como una sensación de dolor que se extiende desde una zona hasta otra, probablemente periférica, afectando frecuentemente a la función general del segmento. Este tipo de dolor suele originarse por la compresión de una raíz nerviosa, lo cual puede deberse a diversas condiciones, como hernias discales, artrosis, ciática o estenosis vertebral. Además del dolor, la persona puede experimentar debilidad muscular, sensaciones de hormigueo o incluso pérdida de sensibilidad.
Dependiendo de la localización del dolor en los segmentos de la columna vertebral, hablaremos de cervicalgia, dorsalgia o lumbalgia.
2. Prevalencia y Causas.
La lumbalgia y la cervicalgia son afecciones comunes, a menudo consecuencia de un estilo de vida sedentario y la creciente cantidad de personas que no practican ejercicio
físico. Estas dolencias se han convertido en uno de los problemas más prevalentes, impactando negativamente el bienestar físico, mental y social de quienes las padecen.
Estas dolencias son causas principales de afecciones músculo-esqueléticas y discapacidad globalmente. Se consideran un problema de Sanidad Pública y son la principal causa de bajas laborales. Estudios epidemiológicos indican que la lumbalgia puede afectar al 84% de las personas en su vida, lo que implica que 9 de cada 10 sufrirán dolor lumbar en algún momento, aunque puede desaparecer después.
El dolor de espalda puede surgir por diversas causas, principalmente relacionadas con alteraciones estructurales o mecánicas.
Además, existe un grupo de personas que experimentan molestias sin una patología evidente, y que suelen presentar problemas mecánicos relacionados con una mala higiene postural, debilidad o sobrecarga muscular, y alteraciones en el patrón de movimiento.
La inestabilidad del raquis puede causar tanto hipermovilidad como falta de ella entre las vértebras, lo que promueve la degeneración de las articulaciones intervertebrales pudiendo afectar las estructuras del sistema nervioso.
Un examen clínico exhaustivo y sistemático, que incluya la evaluación del balance articular, la palpación de puntos sensibles y la exploración neurológica, es fundamental para identificar la fuente del dolor.
3. Diagnóstico
Para determinar si tenemos una patología asociada al dolor es fundamental llevar a cabo una anamnesis que recoja todos los datos del paciente: antecedentes personales, actividad laboral, hábitos posturales y, por supuesto, la capacidad funcional.
Las pruebas de imagen, en una gran mayoría de casos, pueden dar un diagnóstico poco concluyente y una mala orientación sobre el origen del dolor.
Por lo tanto, se realizarán pruebas de imagen y una serie de tests funcionales para evaluar la condición del paciente. El examen físico es fundamental para observar el comportamiento de las estructuras en reposo y movimiento, así como la coordinación y activación muscular. Esto permitirá un diagnóstico más preciso del problema. Un desequilibrio postural, ya sea en reposo o movimiento, puede ser causado por déficits en fuerza, flexibilidad y elasticidad, generando sobrecargas que afectan la columna vertebral y el sistema músculo-esquelético.
4. Ejercicio terapéutico
4.1. Valoración
Antes de proceder, es fundamental llevar a cabo una valoración morfoestática del paciente. Este análisis surge de la necesidad de evaluar al paciente de manera individual y desde una perspectiva holística de la mecánica corporal, considerando el cuerpo como una estructura interconectada.
La valoración morfoestática nos permite detectar cambios en la alineación corporal tanto en estático como en dinámico. Su objetivo no solo es identificar tejidos dolorosos, sino también las causas mecánicas para tratar de corregirlo, aliviar el dolor de una forma efectiva y prevenir futuras lesiones. El resultado proporcionará directrices adicionales y opciones de intervención que de otra forma serían ignoradas.
Antes de iniciar cualquier programa de ejercicio físico es fundamental identificar todos aquellos condicionantes que puedan afectar a la capacidad de realizar cualquier actividad física con el fin de establecer unos objetivos claros y bien estructurados temporalmente. Los pacientes encontrarán resultados con una mayor eficacia y prevención.
4.2. Programación de programa individual
La programación del ejercicio físico debe adaptarse a las características de la persona, tanto física como psicológicamente. Tras realizar la valoración inicial y extraer los aspectos clave a tratar, será necesario establecer los posibles limitantes a la hora de realizar el entrenamiento.
Los objetivos tienen que ser claros y realistas, deben de ser medibles para poder evaluar su progresión en el tiempo. Se deben establecen objetivos a corto, medio y largo plazo.
Aquellos a corto plazo, serán la base que permitirá que nuestra estructura esté lista para soportar la carga de los objetivos a largo plazo. Un ejemplo de objetivo a corto plazo podría ser activación de los estabilizadores de cadera de forma aislada para, en un futuro, poder involucrarlos en actividades globales como podría ser la marcha.
La planificación de estos objetivos dependerá de diversos factores, tales como la naturaleza de los mismos, así como de las circunstancias variables como la condición física, la experiencia de la persona y sus limitaciones. Se establecerá un orden de prioridades.
Se establecerá una carga de entrenamiento (carga externa), que hace referencia a la dificultad, intensidad, duración y descansos de los ejercicios. También aumentará la carga de forma progresiva a medida que se produzca la adaptación a esta, siempre procurando que la carga sea efectiva y segura.
Este estímulo provocará una respuesta fisiológica (carga interna) en el organismo, cada persona reacciona de forma distinta a una misma carga externa, evaluando a la persona podemos reorganizar el programa de entrenamiento para maximizar los beneficios y alcanzar los objetivos de forma más efectiva.
4.3. Pilares del ejercicio físico terapéutico para el tratamiento de la patología vertebral
4.3.1. Estabilizadores de espalda y cadera.
La atrofia y la pérdida de función de los músculos estabilizadores puede surgir debido a la inactividad, el envejecimiento y estilos de vida sedentarios, incrementando la carga sobre la columna vertebral y contribuyendo al dolor crónico mediante la tensión en los discos intervertebrales y articulaciones facetarias.
La estabilización de la columna se logra a través de una interacción compleja entre diferentes grupos musculares. Los estabilizadores generales, que incluyen músculos como el recto del abdomen y los oblicuos, proporcionan soporte dinámico, mientras que los estabilizadores locales, como el multífido y el transverso del abdomen, son esenciales para el control postural y la rigidez durante los movimientos. La correcta función de estos músculos es vital, ya que un desequilibrio o debilidad en cualquiera de ellos puede incrementar el riesgo de dolor lumbar.
Además, la interrelación entre la cadera y la columna lumbar es fundamental para comprender la mecánica del dolor de espalda. La debilidad de los músculos estabilizadores de la cadera, como los glúteos, puede desestabilizar la pelvis y afectar la alineación de la columna, agravando el dolor. No obstante, es crucial señalar que el fortalecimiento muscular por sí solo no es suficiente. Existe una relación significativa entre la disfunción del sistema nervioso y la activación de la musculatura estabilizadora, lo que resalta la importancia del control motor y la conciencia del movimiento en la rehabilitación y prevención del dolor de espalda.
4.3.2. Movilidad de espalda y cadera
El raquis presenta un diseño biomecánico que incluye curvas y rangos de movimiento específicos, cuyo deterioro provoca un efecto dominó en los segmentos adyacentes. Cuando una región experimenta una reducción en su movilidad, las áreas circundantes tienden a compensar dicha limitación mediante un aumento en la frecuencia y amplitud de sus movimientos, lo que puede derivar en lesiones en los tejidos y la aparición de síntomas dolorosos. Esta compensación busca restaurar un equilibrio funcional, pero a menudo resulta en rigidez, tensión muscular y disfunción articular.
Las alteraciones en la movilidad son frecuentemente el resultado de una musculatura disfuncional o de un tono muscular elevado, generando desalineaciones anatómicas y una higiene postural inadecuada.
Un caso típico se observa en la postura sostenida al estar sentado durante largos períodos, donde la cadera tiende a caer y adopta una retroversión, lo que a su vez impacta en la columna lumbar, reduciendo su lordosis natural. Este aplanamiento en la zona lumbar no solo afecta esa región, sino que también desencadena una serie de compensaciones en las vértebras torácicas y cervicales, intensificando la disfunción postural.
La evidencia sugiere que aumentar la flexibilidad y la movilidad articular de la columna y la cadera puede aliviar significativamente los síntomas, tanto a largo plazo como en casos agudos. Esta intervención no debe limitarse a la aparición de molestias, ya que mantener rangos de movimiento óptimos es fundamental para prevenir futuras lesiones.
La práctica regular de ejercicios que promuevan la movilidad es esencial para preservar la salud articular y funcional del raquis, favoreciendo un mejor rendimiento físico y una disminución de problemas posturales.
4.3.3. Compensaciones musculares y recuperación de patrones de movimiento
Las compensaciones musculares son adaptaciones del sistema musculoesquelético ante desequilibrios, disfunciones o lesiones. Su presencia puede derivar en patrones de movimiento ineficientes y dolor crónico. La recuperación de patrones de movimiento adecuados es crucial para realizar actividades diarias sin molestias, implicando la coordinación de varios grupos musculares y articulaciones. Tras una lesión, el sistema nervioso puede alterar la función muscular, evidenciando déficits en el control motor y estabilidad, lo que incrementa la rigidez espinal debido a la sobreactivación de músculos superficiales.
Un estudio revela que individuos con dolor lumbar presentan un retraso en la activación del transverso del abdomen y multífidos en comparación con aquellos sin dolor. Por ende, el objetivo del tratamiento es restaurar el control motor, la postura y la coordinación de la musculatura estabilizadora a través de un enfoque progresivo en la actividad física, que va de tareas analíticas a complejas.
Este proceso requiere un compromiso a largo plazo del paciente, donde la mejora en los hábitos posturales diarios es tan importante como el entrenamiento físico.
5. Conclusión
La programación del ejercicio debe ser personalizada, estableciendo objetivos claros y realistas, dónde la carga de entrenamiento se ajusta progresivamente, considerando las capacidades individuales para maximizar beneficios y asegurar una progresión efectiva y segura. La identificación de debilidades musculares, la mejora de la movilidad y el restablecimiento de patrones de movimiento adecuados son fundamentales para el abordaje de patologías relacionadas con el dolor de espalda.
Establecer propuestas con un punto de vista integrativo e interrelacionado, entendiendo el cuerpo como un todo, es de suma importancia para nosotros.
Desde el Centro de Entrenamiento Jesús Arroyo intentamos, con estos artículos, haceros partícipes del proceso, desde una posición activa y formada.
